El kéfir es un producto lácteo fermentado con búlgaros, colonias de microorganismos; es originario de las montañas del Cáucaso, donde es consumido hace miles de años.
La palabra kéfir proviene del vocablo turco keyif, que significa “sentirse bien”; la bebida fue nombrada así debido a la grata sensación percibida después de su consumo. Se asemeja al yogur natural común con textura más ligera y de gusto ácido.
Este producto puede ser parte de la dieta de personas intolerantes a la lactosa, por la capacidad que tiene de asimilar los nutrientes de la leche, disminuyendo el contenido de lactosa y transformándola en ácido láctico, con lo cual facilita su digestión.
Puede ser consumido por bebés, niños, adultos mayores, deportistas, embarazadas, personas que son intolerantes a la lactosa, aquellas que terminaron un tratamiento con antibióticos.
Los intentos por lograr una bebida estandarizada para ser comercializada industrialmente no han tenido éxito, dado que los procesos de fermentación son inestables, causando que los gránulos pierdan vigorosidad. Es por ello que su proceso es casero y artesanal, cuidando de manera amable cada paso de su producción.
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